Sobre nosotros
En nuestra cultura ancestral, la hermandad entre el sol y la luna nos permitió ver algo más que la oscuridad. La comprensión de su complementariedad les permitió crear día y noche, luz y sombra; escenarios en los que cada uno adquirió un papel protagónico. Pero existe un momento de integración y perfecta armonía en el que ambos pueden brillar y convivir, donde la luz y la sombra crean una historia de singular belleza. Menguante es la fase en la que la luna es visible durante el día, donde los protagonistas de la luz y la sombra conviven en un mismo espacio, celebrando la belleza de la interacción entre dos elementos. Menguante es la historia de la complementariedad de los opuestos (Sol y Luna - Luz y Sombra) que permite la coexistencia y la creación de algo único. Esta expresión de complementariedad se refleja en el arte de la iluminación, donde a través de objetos y un juego de luces y sombras, se crea una atmósfera que dota al espacio de personalidad y carácter único. Las piezas escultóricas de Menguante son obras de arte cuyo propósito es elevar y dar estatus al entorno donde se ubican. Representar una tradición innovadora y evocar la noción de diseño está en el ADN de cada pieza.
JUAN DAVID OCAMPO · DIRECTOR CREATIVO
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“Somos una tradición innovadora”.
Menguante es un proyecto que rescata las técnicas artesanales colombianas y las traslada al mundo de la iluminación. Los conceptos de Menguante son la luz y la sombra, creando un hilo conductor donde, a través de un proceso de investigación de las técnicas artesanales del país, la marca encuentra su esencia. La exploración de objetos tradicionales y autóctonos, construidos con materias primas que nos ofrece la naturaleza, como arcilla, piedra y metal, se mezclan para atrapar la luz en ellos y crear "esculturas de luz". Menguante crea atmósferas que invitan al usuario a experimentar sensaciones y emociones a partir de la luz y la sombra que emiten estas piezas atemporales.
Y volviendo a bajarlos, veo la tierra regada con ríos y manantiales, llena de hombres, brutos y vivos, que procrean su especie con anhelo: Contemplando toda la belleza y el orden inmutable que tiene en sí, y observando la fértil naturaleza · LEÓN ARROYAL
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En un mundo cegado por la luz las personas vivían sin conocer la belleza que los rodeba. Una destellante luz blanca opacaba todo lo que se encontraba a su alrededor, dejando a la vista simples formas y objetos sin sentido. Una luminosidad enceguecedora que poco a poco fue dejando a las personas desprovistas de la belleza y la estética. Pero no siempre fue así, antes a esto las personas vivían en la penumbra, en donde la ceguera que los poseía era completamente negra. Vivían con un temor constante ante la vida por la interminable oscuridad que los invadía. Cansados de vivir con tanta inseguridad, decidieron crear el mundo en el que se encontraban hoy, uno enteramente blanco. Sin embargo, era inevitable el sentimiento de desasosiego generalizado, ya que al vivir en un mundo tan estridente había percibido que la oscuridad era un elemento indispensable de la belleza. Comprendió que esa belleza que cirugía de la realidad cotidiana se encontraba en los matices de la sombra y la luz tenue. De este modo, las personas empezaron a fabricar un mundo en el que el misterio y la belleza reinaba; agregando sombras y claroscuros dentro de aquella luminosidad estridente que se fue atenuando poco a poco.
Así, crearon un mundo empapado de una belleza misteriosa basada en la magia de las sombras, como extraída de la nada. Esta belleza produjo una atmósfera enigmática, provocando un cálido sosiego y una tranquilidad única en el diario vivir de las personas. Coincidieron en que los objetos no eran bellos en sí mismos, sino que lo eran gracias a una luz contrastada contra ellos que a su vez formaba un universo de claroscuros. Las personas habían olvidado que un día había existido la oscuridad; la cual era la indispensable generadora de la belleza y que sin ella habitaban en la nada vacía. Su nuevo mundo era el desarrollo de un ideal estético único, en donde los objetos eran abrazados por una íntima relación entre la luz y la sombra.